Las 20 setas comestibles más populares en Oslo
La capital de Noruega, Oslo, enclavada entre verdes bosques y prístinos fiordos, es un paraíso para una variada flora micológica. Esta lista presenta las 20 setas comestibles más frecuentes en Oslo, desde los deliciosos rebozuelos hasta los robustos boletus. Explore una visión general de las características distintivas de cada seta, como el sabor y el hábitat, junto con sus aplicaciones culinarias. Ideal para entendidos, chefs o curiosos buscadores de setas, esta guía es su pasaporte al panorama de las setas de Noruega.
* Aviso legal: El contenido de los comentarios NO PUEDE utilizarse como base a la hora de COMER PLANTAS. Algunas plantas son MUY VENENOSAS. Compre plantas comestibles a través de canales oficiales.
Las setas comestibles más populares
1. Rebozuelo
Normalmente confundida con la Hygrophoropsis aurantiaca, la rebozuelo posee un agradable sabor, y se puede utilizar como condimento en multitud de platos, sobre todo aquellos que contengan carne. Posee diminutas trazas de amanitinas (sustancia venenosa), pero para que genere un efecto tóxico se deberían consumir cientos de kilos de esta seta.
2. Foliota cambiante
El foliota cambiante (Kuehneromyces mutabilis) es un hongo que crece en maderas de árboles de hoja caduca, aunque algunas veces lo encontraréis en pinos. Si planeáis recolectarlo debéis tener extremo cuidado dado que puede confundirse con Galerina marginata, un hongo de alta toxicidad.
3. Boleto de pie escabroso
La Leccinum scabrumcrece en zonas cercanas a los bosques de abedules y de hayas, donde forma asociaciones con las raíces de los árboles que benefician a ambas partes. Aparecen con cierta abundancia durante el verano y el otoño, pero debido a su amplia gama de variantes es difícil de reconocer para los no-expertos.
4. Políporo ovino
El políporo ovino se considera que es una seta que se extiende desde los bosques de coníferas ibéricos hasta los espacios templados de Finlandia. Suele hallarse en agrupaciones tumultuosas. Su epíteto específico “ovinus” se referiría a que es comido por ovejas, además de presentar una coloración similar a la lana de éstas.
5. Angula de monte
El angula de monte es un hongo de buena calidad como comestible, que suele aparecer en bosques de coníferas, confundiéndose entre el musgo o el humus del suelo. Su sabor dulce contrarresta su olor al ser recogida, que es ligeramente parecido al moho. Suele asociárselo con las angulas (los alevines de la anguila), pues pueden preparase igual que éstas.
6. Falsa leche de azafrán
Desde un sombrero ancho, algo convexo, con un tono marrón o hasta anaranjado, el falsa leche de azafrán se caracteriza porque cambia de coloración con el tacto. En caso de magulladuras, se torna verde oscuro. En caso de consumirla, es más elegida por animales que humanos, por lo que no se recomienda su uso gastronómico.
7. Rúsula íntegra
La singular rúsula íntegra es una seta bastante común que aparece en verano y otoño en los bosques de coníferas y, en especial, crece asociado a los pinos. Una forma de distinguirla de otras especies es gracias a su característico aroma afrutado y agradable.
8. Boleto calabaza
3. Normalmente confundido con el boletus amargo (Tylopilus felleus), el boleto calabaza es un hongo notablemente apreciado por su sabor y textura. De hecho, su nombre en latín (Boletus edulis) ya nos indica que es apta para el consumo, pues edulis significa “comestible”. Se puede utilizar tanto para preparar platos cocinados como para las conservas, ya sean en vinagre o en aceite.
9. Gonfidio glutinoso
Con una apariencia ‘pegajosa’, el gonfidio glutinoso aparece con un sombrero marrón o grisáceo, con diferentes subtonos, de la que salen láminas largas y blanquecinas, que terminan en un anillo que deja camino al pie. Tarda en perder el velo y algunos entendidos de la cocina la suelen recomendar, siempre con precaución.
10. Oronja vinosa
La oronja vinosa aparece entre el verano y fines del otoño, presentando sin embargo variaciones muy importantes en su aspecto, que hacen difícil reconocerla. Puede confundirse, por ejemplo, con la Amanita pantherina, de aspecto similar pero carente de los tonos violáceos que caracterizan a la oronja vinosa. Este hongo contiene, curiosamente, más toxinas que la famosamente tóxica Amanita phalloides.
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