Los síntomas comunes incluyen malestares gastrointestinales, caracterizados por náuseas, vómitos, calambres y diarrea.
En casos más graves, la intoxicación puede provocar problemas más allá del sistema digestivo, como problemas de visión, trastornos del movimiento como temblores o ataxia, y daño potencial en órganos vitales como el hígado y los riñones.